El 2020 fue un año lleno de retos debido a la pandemia de la COVID-19, que tomó por sorpresa a la humanidad. La vida, como se conocía, dio un vuelco. Medidas como los confinamientos, para evitar la propagación del virus, hicieron que muchos trabajos empezaran a realizarse de manera virtual, por lo que, tanto empresas como empleados, debieron adaptarse a esta nueva forma de trabajar.

El FLAR no fue ajeno a estas medidas e hizo ajustes que permitieron garantizar que las labores esenciales no se detuvieran, al tiempo de salvaguardar al equipo de trabajo en Colombia, Brasil y Uruguay. A un año de haberse declarado la pandemia, hacemos un balance de cómo la institución ha afrontado esta situación, no solo a nivel profesional sino también a nivel humano, para cumplir con el compromiso adquirido con sus miembros en América Latina y El Caribe.

El FLAR no se detiene

Eduardo Graterol, Director Ejecutivo del FLAR, afirma que el cuidado de la salud de los colaboradores del FLAR, tanto en su sede en la Alianza de Bioversity International y el CIAT en Palmira, Colombia, como en las sedes de los socios que son anfitriones de personal del FLAR en otras localidades y países, fue un factor primordial para la restructuración de las actividades.

“Junto a los investigadores del FLAR, ajustamos nuestros planes de trabajo con acciones como la reducción del área en algunos ensayos, la suspensión de los que consideramos podían posponerse, el escalamiento de las fechas de siembras, entre otras, que procuraban reducir el número de personas que comparten áreas comunes de trabajo”, cuenta Graterol.

De igual manera, comenta, se le dio prioridad al mejoramiento del germoplasma y a la multiplicación de las semillas que se debían distribuir a los miembros del FLAR, “en el año 2020, evaluamos 27 032 materiales genéticos del FLAR en campos de Colombia y se realizaron 14 despachos de germoplasma a 13 países miembros, con 5405 líneas y poblaciones seleccionadas”.

También, se llevaron a la virtualidad reuniones de planificación y seguimiento, internas y con los socios, las reuniones de los comités técnicos y administrativos, asesorías de agronomía, así como las actividades de capacitación y gestión del conocimiento. “Organizamos ocho eventos propios, entre seminarios, foros, webinarios, con una participación total de 1243 personas. Adicionalmente, participamos en más de 45 conferencias virtuales, organizadas por miembros del FLAR en ocho países e incluso, participamos como co-organizadores en dos días de campo virtuales para Panamá, lo cual fue una experiencia novedosa”.

Así mismo, Graterol recalca que, al haber continuado el trabajo en los campos experimentales y parcelas demostrativas con productores, se lograron cumplir en una muy alta proporción los planes de mejoramiento genético y de agronomía, los envíos de germoplasma y la gestión administrativa y de comunicaciones.

En cuanto a la infraestructura, el FLAR tampoco se detuvo y continuó haciendo adecuaciones en las instalaciones y modernizando equipos indispensables para la investigación. “Incorporamos un área de evaluación sensorial, de acuerdo a la Norma ISO 8589:2010, así como un área de cocina que será usada para la evaluación culinaria de los materiales del FLAR”, explica Eduardo, quien también resalta la incorporación de nuevos equipos al Laboratorio de Calidad de Arroz (entre los que se cuenta un secador de bandejas para el manejo poscosecha), las mejoras en áreas de trabajo del campo y la construcción de un espacio para la preparación de las semillas. “Todo ello, con miras a seguir liderando el desarrollo de tecnologías innovadoras en arroz, tal como lo declaramos en nuestra promesa de valor”, concluye Graterol.

Durante la pandemia se construyó una nueva área para realizar la evaluación sensorial del arroz.

Entre la virtualidad y la presencialidad

Desde el 17 de marzo de 2020, en razón a la naturaleza de sus labores, en el FLAR se establecieron dos grupos de colaboradores: uno que continuó realizando sus actividades en el campus de la Alianza de Bioversity International y el CIAT en Palmira, de manera alternada y siguiendo a cabalidad todas las directrices del gobierno nacional colombiano en cuanto a protocolos de bioseguridad; y otro que ha venido cumpliendo con sus deberes de manera remota, cuidándose desde casa.

Para ambos grupos, los cambios en su rutina diaria han sido significativos. Andrea Moná, asociada de investigación, tardó en adaptarse al uso permanente del tapabocas en el Laboratorio de Calidad de Arroz, mientras que Andrés Mejía, operario de campo, se acostumbró tan rápido a este elemento que asegura que lo seguirá usando incluso cuando termine la pandemia.

Por su parte, Érika Giraldo, asistente de investigación senior de Calidad de Arroz y Jaime Morales, asistente de investigación senior, coinciden en que extrañan la presencia de los compañeros que trabajan desde la casa, así como las conversaciones cara a cara con ellos.

Luis Armando Loaiza, asistente de investigación, considera que su rutina diaria no sufrió muchos cambios, en contraste con Isled Hernández, asistente de investigación senior, quien encuentra que cumplir con el día a día en casa y en el trabajo se ha vuelto más exigente.

Para quienes trabajan desde casa, el confinamiento, así como encontrar el equilibrio entre su horario laboral y su vida familiar, ha sido una tarea ardua, sin embargo, aprovechan la oportunidad para compartir con sus seres queridos. En el caso de Alexandra Cardona, analista administrativa, compartir a la hora del desayuno o almuerzo con su madre se ha convertido en un momento especial; Aldemar Gutiérrez, asociado de investigación, que usualmente desempeña sus labores en el Centro Experimental Santa Rosa, de FEDEARROZ, ubicado en Meta, Colombia, ha gestionado el tiempo de tal manera que pueda cumplir con sus responsabilidades y pasar tiempo con su pequeña nieta; Marco Castillo, asistente de investigación senior, ha puesto particular atención en el cuidado propio y de su familia; Fabián Mina, asistente de investigación senior, aunque encuentra complicado el confinamiento, no siente que haya sido tan difícil el proceso de adaptación.

Así, entre el campus y sus hogares, el equipo del FLAR ha continuado con sus labores, manteniendo el desempeño y la calidad de su trabajo.

La pandemia desde otra latitud

El Programa de Agronomía va muy bien

En marzo de 2020, durante una visita técnica a Bolivia donde se estaban desarrollando diferentes actividades de transferencia de tecnología, le llegó la noticia de la pandemia a Luciano Carmona, coordinador del Programa de Agronomía del FLAR.  Rápidamente regresó a Brasil y, a pesar de las restricciones causadas por la pandemia, encontró alternativas para continuar brindando acompañamiento a los socios. “Primero tratamos de hacer planes a corto plazo, pues pensábamos que esto podía durar 30, 60 o 90 días, máximo”, manifiesta Carmona y agrega que, cuando vieron que la situación no iba a cambiar, establecieron tres líneas de acción: primero, se conformaron grupos de WhatsApp con técnicos de los Programas de Agronomía de los socios para darle asistencia a quienes ya habían sembrado, “esto funcionó muy bien y permitió que las actividades continuaran marchando a la misma velocidad”.

La segunda línea de acción fue la planificación y realización de capacitaciones a algunos técnicos del programa. La tercera fue un plan de más de 30 conferencias virtuales de agronomía con los socios de Bolivia, Chile, Ecuador, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú y Venezuela.

Durante este período sin visitas técnicas presenciales, el Programa de Agronomía se ha enfocado en proyectos como el desarrollo, en conjunto con la Alianza de Bioversity International y el CIAT, de la plataforma de recolección de datos FLAR Collect, “ya estamos en la segunda versión y creo que en pocos meses vamos a tener una plataforma que nos permitirá tener los datos de agronomía organizados de forma sistemática, con acompañamiento en tiempo real, con imágenes satelitales y eso es muy interesante”, dice Luciano. Finalmente, destaca la participación en eventos como los Días de Campo Virtuales celebrados en Panamá y el acompañamiento virtual a los técnicos de la Asociación Cultivadores de Arroz en Uruguay. “El programa va muy bien”, concluye.

Cumplimos, nos cuidamos y ahí vamos

Cuando empezaron a reportarse los primeros casos de Coronavirus en Uruguay, en la Oficina Regional del FLAR en Treinta y Tres, recién concluía el Taller de Evaluación y Selección para la Zona Templada y la cosecha de arroz apenas comenzaba. Así que Yamid Sanabria, fitomejorador para la zona, tomó la decisión de reducir su grupo de trabajo para llevar a buen término la cosecha de los materiales seleccionados por los socios del Cono Sur y asegurar la continuidad del proceso de mejoramiento, al tiempo que acataban las normas de bioseguridad.

Ante la imposibilidad de llevar a cabo la evaluación y selección de materiales en Argentina, Brasil y Chile, Yamid concentró su trabajo en Uruguay, desde donde cumplió con sus responsabilidades, principalmente desde casa. “Iba una o dos veces a la semana al INIA y el contacto con la gente era poco, siempre con el uso de tapabocas y las medidas básicas que creo es lo que más ayuda”, apunta.

A pesar de las limitaciones, Sanabria enfatiza en el hecho de que se alcanzaron los objetivos propuestos para el programa en 2020, entre ellos la realización de cruzamientos, la distribución del germoplasma, el avance generacional y la siembra. “Este balance positivo es también gracias a los colaboradores en cada uno de los países, a los socios”, dice Yamid y concluye que “me parece destacable que se cumplieron todos los objetivos y que en el grupo de trabajo nadie se enfermara. Cumplimos, nos cuidamos y ahí vamos.”

 HIAAL: buenos resultados en un año difícil

Gracias al compromiso de un equipo multidisciplinario, el apoyo de la Alianza de Bioversity International y el CIAT en los procesos de operaciones del campo y de soporte, así como el respaldo del trabajo conjunto del FLAR y el Programa de Arroz de la Alianza, el Consorcio de Híbridos de Arroz para América Latina, HIAAL, consiguió avanzar con éxito en estos tiempos difíciles.

“A pesar de las restricciones de personal en el campus de la Alianza, el trabajo intenso, incluso en fines de semana, permitió que siguiéramos funcionando, que no se retrasaran las labores esenciales del HIAAL y que, además, cumpliéramos con las entregas de germoplasma a los socios”, destaca María Fernanda Álvarez, Líder del Programa de Arroz de la Alianza y coordinadora técnica del HIAAL. “También durante 2020, producto del trabajo colaborativo con FEDEARROZ, se dio un paso muy importante de consolidación con el registro de los dos primeros híbridos del HIAAL en Colombia, como una excelente opción de resiliencia y sostenibilidad para el sector arrocero colombiano”, agregó Álvarez.

Aunque se mantienen algunas restricciones, actualmente es posible tener un equipo más grande en campo y desarrollar el plan de trabajo trazado para el 2021, que contempla actividades como la entrega, a los socios del trópico, de cruzamientos prueba con las nuevas madres HIAAL y de híbridos multiplicados de las selecciones de 2015 al 2017. En cuanto a la zona templada, se harán multiplicaciones de semilla que corresponden a los cruzamientos prueba enviados en 2020 para la zafra 2020/2021 y la evaluación de nuevas madres.

Es así como desde el FLAR y el HIAAL hemos trabajado para hacerle frente a la pandemia de la COVID-19 durante el año 2020. El compromiso y dedicación del equipo de trabajo, así como de nuestro socio estratégico, la Alianza de Bioversity International y el CIAT, y nuestros miembros en la región, hicieron posible la continuidad de nuestra misión, sin descuidar la salud y el bienestar de nuestros colaboradores.

A un año de esta pandemia que aún no termina, la producción, el procesamiento y la distribución de alimentos a la población han sido consideradas como actividades esenciales en todo el mundo, tanto como lo es el acceso a medicinas y servicios de salud. El arroz, en particular, ha incrementado su valor como un alimento básico y accesible económicamente para la mayoría de las personas y familias más vulnerables. Con esta vital responsabilidad, continuaremos construyendo, de la mano de nuestros socios, una organización firme, capaz de adaptarse al cambio para seguir contribuyendo a la competitividad y sostenibilidad del sector arrocero latinoamericano, porque #ElFLARNoSeDetiene.