
Por: Gonzalo Zorrilla de San Martín, Director Ejecutivo del FLAR.
El pasado jueves 24 de mayo falleció en Treinta y Tres, Uruguay el Ing. Agr. Nicolás Chebataroff, conocido por todos como “el Ruso”, uno de los representantes más destacados de un pequeño grupo de grandes investigadores que le dieron forma propia al desarrollo tecnológico arrocero de la región, hace ya más de 40 años.
Nacido en la colonia de inmigrantes rusos llamada San Javier, en las costas del río Uruguay, realizó sus estudios de agronomía en la Universidad de la República Oriental del Uruguay y rápidamente se mudó para la ciudad de Treinta y Tres en el este uruguayo, desde donde desarrolló su larga y fructífera carrera profesional .
En 1967 se inició como técnico de un proyecto binacional entre Uruguay y Brasil para el desarrollo de la Cuenca de la Laguna Merín con FAO-PNUD (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), uno de cuyos resultados fue la creación en 1970 de la Estación Experimental del Este del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Allí el Ing. Chebataroff trabajó por 20 años como responsable de la investigación en el cultivo del arroz.
En estas dos décadas “el Ruso” organizó desde cero un programa de investigación para Uruguay que rápidamente fue dando resultados contundentes en la producción. Mejoras en la sistematización de suelos, riego y drenaje, ajustes en los manejos de la fertilización, evaluación y recomendación de uso de nuevos herbicidas y fungicidas, consolidación de un programa eficiente de semillas de calidad, son algunos de los productos sobresalientes de ese equipo de investigadores que se fueron formando bajo su dirección. Uno de sus rasgos más valiosos fue el de saber integrarse perfectamente a la problemática del agricultor y desde ahí desarrollar sus investigaciones, dándole siempre gran solidez y foco a sus trabajos.
Es hacia el final de este período que fructifica su esfuerzo mayor y para el cual Nicolás tenía un talento único: El desarrollo de nuevas variedades. En 1987 se libera la variedad “El Paso 144”, que vino a completar el “paquete tecnológico” que se estaba construyendo, brindando un potencial de rendimiento muy superior a todo lo que había en ese momento y creando unas condiciones de muy alta competitividad para el sector arrocero uruguayo. Los beneficios de esta nueva variedad se extendieron en toda la región y a mediados de los 90 “El Paso 144” era la variedad con mayor área de siembra en América Latina, superando las 400 mil hectáreas por año. “El Paso 144” fue por varios años la variedad más sembrada en Argentina, Uruguay y Rio Grande del Sur, Brasil.
A partir de 1991 y hasta el día de su partida, el Ing. Chebataroff continuó su valiosa labor en el ámbito privado, tanto en el asesoramiento técnico a productores como en la investigación, a través de una empresa consultora que creó con otros colegas. En este período expandió su radio de acción a Argentina donde tuvo una fuerte influencia en la mejora tecnológica del sector arrocero de ese país. Continuó también con su vocación de mejorador y desarrolló un programa propio de mejoramiento genético, apoyado por algunas empresas del sector.
La muerte lo encontró en un momento de cosecha de esos esfuerzos de largos años, con una nueva variedad “Arrayán” de muy buen comportamiento y con varias más en proceso de registro.
Se podrían escribir muchas páginas enumerando los distintos aportes que “el Ruso” Chebataroff hizo a la producción arrocera del Cono Sur. Sin embargo, en este momento en que se piensa más en la persona que en sus resultados, hay que destacar al hombre de bien y de familia, al autodidacta, al eterno estudiante aunque nunca hizo una especialización después de obtenido su título de Agrónomo, al inconformista que siempre quería un poco más. Al hombre siempre dispuesto a capacitar y entrenar nuevos técnicos. Con su particular estilo confrontativo, analítico y, de alguna forma despiadado a la hora de discutir, hay hoy legiones de agrónomos arroceros que se han formado a partir de sus enseñanzas. Los que trabajamos con su equipo, la gran cantidad de estudiantes que hicieron sus tesis bajo su dirección, los técnicos de las empresas que recibieron su asesoramiento, los propios productores con quienes siempre habló de igual a igual, todos tendremos siempre un especial lugar para la memoria de Nicolás cuando hablemos de arroz.