Fuente: Prensa Latina
28/11/2011
– La frágil remera maniobra el sampán con destreza y profesionalismo mientras la embarcación avanza suavemente por la corriente en medio de verdes campos de arroz, entre altas montañas de piedra caliza.

Los elevados mogotes forman verdaderas paredes, horadadas a ratos por grutas milenarias, que comunican entre sí estos asombrosos valles líquidos cerca de la capital de la provincia vietnamita de Ninh Binh, en el delta del río Rojo.

La provincia, de casi mil 400 kilómetros cuadrados y unos 600 mil habitantes, con costas al golfo de Tonkín, cuenta con algunos de los paisajes más singulares de este país indochino.

Ahora estamos en el deslumbrante distrito de Tam Coc, a sólo escasos kilómetros de la capital provincial, con su territorio regado por las aguas del río del Dragón Amarillo.

Este rincón trae a la memoria que en el noreste de Vietnam existe una bahía declarada por la UNESCO en 1994 como Patrimonio de la Humanidad.

Es la famosa Ha Long, de belleza incomparable, con sus decenas de montañas y miles de islotes que surgen del mar para formar un laberinto de paisajes sin fin, y ahora compite por ser una de las Siete Maravillas de la Naturaleza.

Sin embargo, a sólo 90 kilómetros al sur de Hanoi, por un capricho geológico, el visitante se encuentra en Tam Coc con una copia fiel de Ha Long, pero tierra adentro.

En un embarcadero fluvial subimos al pequeño bote y casi sin transición uno se ve inmerso en un viaje a través de un paraíso ecológico, casi intacto, en medio del trinar de multitud de aves y del grito de algún macaco que atisba entre los árboles.

Cuando uno se pregunta a dónde irá a parar esta vía acuática custodiada por los picos rocosos, de pronto aparece, como esculpida en la roca, la entrada de una caverna por la que se introduce la embarcación.

Tras un corto recorrido, durante el cual sólo se escucha el ruido de los remos, salimos de pronto a otro valle de agua y arrozales, salpicado de flores de loto y nenúfares.

Y de nuevo la historia se repite una y otra vez: hermosos valles y grutas que dejan las puertas abiertas para atravesar las montañas y descubrir al final otro paisaje de ensueño.

Uno no se extraña, pues, al saber que cerca de aquí radicaba en Hoa Lu, hace más de mil años, lo que fue la primera capital de Vietnam, donde hoy existe un templo cuya existencia se adivina por el intenso olor a incienso que invade los alrededores.

Hoa Lu, donde hasta estos días existen 47 monumentos históricos, fue el centro político imperial hasta que con el correr de los siglos y la unificación de los Viets, se hizo necesario mudar la capital hacia un sitio más accesible.

El recién coronado emperador Ly Thai Tong emprendió en el año 1010 esta migración corriente arriba hasta llegar a un lugar, en medio de los meandros del río Rojo, donde le pareció ver -cuenta la leyenda- un dragón que remontaba vuelo hacia el cielo.

En idioma vietnamita se le llama Thang Long (dragón que asciende), y fue el primer nombre que se le dio a la población que un día sería Hanoi, fundada en el mismo lugar donde se produjo la visión.

Lyh Thai Tong es venerado hoy tanto en la antigua capital de Hoa Lu como en la actual Hanoi, donde existe una gran estatua dorada frente a las aguas del lago Hoan Kiem (De la Espada Restituida).

Al noroeste de los amurallados arrozales de Tam Coc, Ninh Binh posee otra maravilla natural en el Parque Nacional de Cuc Phuong, una verdadera reserva forestal y zoológica, a la cual acuden los turistas para admirar el ecosistema.

Digno de admiración es que hasta hoy, gracias al cuidado del entorno, existan en el lugar alrededor de 300 especies de aves, así como centros para la protección de animales en peligro, tales como primates, tortugas y tigres.

Todavía se recuerda que en estos bosques nacía uno de los puntos de partida de la famosa ruta Ho Chi Minh, a través de la cual se trasladaban hombres y suministros hacia Vietnam del Sur durante la guerra contra la invasión norteamericana.

Cuc Phuong no es el único. También colindando con estos distritos uno puede recorrer en sampán la reserva natural de Van Long, escoltado por verdes campos de arroz y los altos picachos que caracterizan a Ninh Binh.

Por eso es que esta provincia constituye simultáneamente un ejemplo de belleza, historia y heroísmo.