Fuente: El País
27/04/2011
– Varios hechos singulares confluyeron en la cosecha de arroz 2011. Por un lado, la confirmación de excelentes rendimientos que –fundamentados en aplicación de tecnología y un clima favorable– pusieron a las chacras nuevamente cerca de los 8.000 kg/há promedio, muy cerca del récord histórico de 2009 o, tal vez, superándolo.

También fue muy importante el área, la mayor desde 1999, aquel año tan duro para el arroz como para todo el agro. Así, se configuró un volumen producido que no tiene antecedentes, cercano al millón y medio de toneladas.

Es también una cosecha singular porque, a las puertas de su inicio, irrumpió un conflicto en la industria molinera, que tuvo en vilo a los productores por varios días y que generó, lamentablemente, consecuencias directas en la calidad del grano cosechado.

Al cierre de esta nota, la cosecha llevaba un atraso importante. Si bien el clima fue favorable (sin lluvias) durante varios días, sobrevinieron luego algunas precipitaciones que afectaron a chacras de arroz ya “pasado” y vulnerable a las contingencias climáticas.

Quebrado

En condiciones normales, el arroz se trilla entre fines de febrero, marzo y abril, y, con la buena capacidad de trabajo (producto de un parque de maquinaria renovado), la cosecha se puede completar en menos de dos meses.

En dichas circunstancias el grano se levanta con 18 a 20% de humedad y va al molino, donde debe secarse en no más de 24 horas, pues de lo contrario comienza a deteriorarse y mancharse. El secado lo lleva a 13% de humedad, aproximadamente, pudiéndose así almacenarse sin problemas, a la espera de su procesamiento (descascarado y pulido).

Sin embargo, la paralización de los trabajadores de los molinos obligó a los productores a frenar la cosecha, pues no se puede mantener el grano “verde” y húmedo.

Así, muchas chacras “se pasaron”: el arroz quedó en los campos y comenzó a perder humedad. Esto lo hizo susceptible a dos cosas: a volcado, pues el rendimiento potencial era bueno y las espigas estaban muy cargadas; y a quebrado, pues la baja humedad vuelve frágil al grano ante los cambios de temperatura entre día y noche, mientras está en la planta (la humedad del rocío con frío nocturno cambia bruscamente al sol directo y alta temperatura diurna, lo que afecta los granos).

Todo esto implica pérdidas, que pueden ser millonarias. Del arroz cosechado hay 20% de cáscara, 10% de afrechillo (producto del pulido) y el restante 70% (aproximadamente) es arroz elaborado. Como grano entero se estima normal un porcentaje de 60% del total cosechado bruto.

En el esquema actual de comercialización del arroz –regulado por decreto– se establece un porcentaje básico de grano entero de 58%. Si el lote logra un porcentaje mayor, hay bonificación; si es menor, castigo. Lamentablemente, el atraso en la cosecha por el paro derivó en porcentajes bajos de grano entero en varias chacras.

El presidente de la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA), Ernesto Stirling, explicó al programa Cierre de Jornada (Radio Carve) que el arroz no se pudo cosechar por unos cinco días y eso tuvo consecuencias: “Se tuvo que cosechar con humedades de 15 a 17%, con problemas agregados de volcado. La cosecha se pasó de su fecha óptima, lo que generó bajos porcentajes de grano entero: un porcentaje normal es 60% o algo más, pero hoy estamos en parámetros de 50 a 55% de entero, una gran disminución que le implica al productor sufrir un castigo en el recibo“.

Cada punto de caída por debajo de 58% es un punto porcentual menos en el precio final del arroz. Si tomamos un precio de U$S 12,5 la bolsa y suponemos una caída de un punto para toda la cosecha, el costo total sería de casi U$S 4.000.000. Esto sin tener en cuenta la pérdida de bonificaciones, siempre existentes en una cosecha normal.

En realidad, la situación varía chacra a chacra, pero el cálculo ilustra el impacto que tienen los problemas de calidad y las afectaciones al desarrollo normal de la cosecha.

Conflicto y acuerdo

En diciembre de 2010 venció el convenio colectivo de los trabajadores (nucleados en la Foemya, Federación de Obreros y Empleados de Molinos y Afines) y la industria molinera, que se firmó en 2008.

Según expresó el presidente de la Gremial de Molinos Arroceros (GMA), Adolfo Crosa, los industriales solicitaron al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) instalar las negociaciones en octubre, con suficiente tiempo antes del vencimiento. “Sin embargo, por diversos condicionamientos del sindicato, todo se demoró. Pedían cambios en el ajuste por inflación, que ahora concedimos que sea por adelantado, según la proyección del BCU“, agregó.

Recibimos la plataforma del sindicato recién en febrero. Y no era una plataforma solo salarial: hay otros beneficios que suman un porcentaje importante de aumento“, afirmó Crosa.

Finalmente, luego de los paros y movilizaciones, se firmó un acuerdo entre Foemya y la industria por el cual se define un aumento real de 6% para los salarios de hasta $ 15.000, de 4% para los salarios estipulados entre $ 15.000 y $ 25.000, y un incremento real de 2% para los sueldos que superen los $ 25.000.

Todos los aumentos se establecen con retroactividad al 1º de enero de este año. Además, el acuerdo firmado prevé un incremento de 25% para las horas nocturnas, entre otros puntos.

El convenio firmado entre el sector arrocero, los empresarios y las autoridades del MTSS vencerá en 2013. Sin embargo, los industriales temen que el costo salarial acordado sea difícil de sostener, en particular si sigue bajando el dólar.

El costo salarial

Según manifestó Crosa en Cierre de Jornada (Radio Carve), en la actividad industrial incide mucho el dólar, que es la moneda de venta, y el nivel de actividad, que permite diluir o no los costos fijos. “Hasta hoy, la incidencia de la mano de obra en el costo es de 30 a 34%. Por lo que hemos estado negociando, ese porcentaje se va a elevar, llegándose, tal vez, a 40% a partir de ahora“, afirmó.

Según el industrial, el incremento real de 8% implicará subas en dólares de entre 40 y 50%, y le preocupa la evolución de la moneda: “¿Qué pasa si el dólar sigue bajando? Es un riesgo y tenemos una gran rigidez en el tema salarial. Quiero enfatizar que nuestro nivel de actividad no está asegurado… porque no por buena gestión tendremos más arroz, lo que depende de cómo esté la producción”.

El problema –dijo Crosa– es que son acuerdos salariales muy rígidos: si el año que viene se planta menos arroz, porque las represas no se llenan –de ellas depende el 50% del área–, o por cualquier otro factor, la producción para procesar será menor… y entonces el impacto del costo salarial será mayor.”

En los últimos años hubo un proceso de recuperación salarial en los molinos, pero Alfonso Doufur (dirigente de Foemya) señaló –en el mismo programa– que aún se está 14% por debajo de los niveles previos a la crisis.

El industrial Adolfo Crosa hizo énfasis en otro punto: “Desde 2007, la industria arrocera ha ampliado en forma importante el número de empleados. El personal directamente ocupado en los molinos se incrementó en 80%, porque no solo aumentó el número de empleados sino que –por nuevas reglamentaciones– mucha gente que estaba tercerizada se tomó como permanente en la empresa. Por ejemplo en todo lo que es carga de camiones, el personal era tercerizado, pero ahora está en las plantillas de las empresas. Así, en las principales empresas, donde había unos 2.000 empleados en 2007, hoy hay 2.600, aproximadamente. Todo esto, sumado a mejoras en la eficiencia“.

Respecto al salario, el presidente de la GMA dijo que entre 2005 y 2010 el Índice Medio de Salarios nacional subió 76%, pero el salario promedio en los molinos subió 100% y el salario mínimo aumentó entre 80 y 150%. “En el MTSS se nos dijo que el convenio anterior era el segundo mejor convenio firmado“, puntualizó.

Mercados

Mientras todos los granos han tenido un incremento sustancial en los precios, el arroz ha sido –lamentablemente– una excepción. El noble y milenario grano, dieta básica de millones de personas, está lejos de la dinámica demanda de insumos para elaborar biocombustibles o la de proteínas animales. Por eso, no ha tenido los aumentos rutilantes que muestran la soja y el maíz, entre otros granos. Los precios no son malos en términos históricos, pero hay algunas presiones bajistas.

En las últimas zafras, las reservas globales de arroz se han recompuesto, con la oferta superando a la demanda. A fines de 2010, las reservas globales se ubicaban en 131 millones de toneladas, 6 millones más que en el año anterior. La cifra representa un tranquilizador 30% del consumo anual mundial. Al cierre de 2011 los stocks mundiales se ubicarían cerca de 135 millones de toneladas.

Según la FAO, la producción mundial de arroz de la zafra 2010/2011 se ubicará en torno a 700 millones de toneladas de arroz cáscara, un nuevo récord histórico, que implica una suba de 2,5% respecto a la zafra previa. La producción aumentó en casi todas las principales regiones arroceras del mundo, con una expansión del área global, la cual superaría los 160 millones de hectáreas. China, India, Bangladesh e Indonesia (que representan más de 60% de la producción mundial) tuvieron incrementos de área y producción.

Los precios estables motivan que el comercio se mantenga activo, con los importadores presentes en el mercado. El anuncio de limitaciones a la exportación, por parte de algunos países grandes consumidores, no tuvo un efecto destacado en los precios, así como tampoco la situación de Japón, pues sus principales regiones arroceras no están cerca de las zonas afectadas por el terremoto y la planta nuclear siniestrada.

Un factor clave para el negocio arrocero uruguayo es la situación en Brasil. En el vecino del Norte la producción creció fuertemente y hay excedentes de exportación, con precios internos bajos (hoy la bolsa de 50 kilos se ubica entre 19,50 y 19,80 reales, unos 12,3 a 12,5 dólares). También hay un importante volumen de exportación en Argentina.

Así, contrariamente a lo que sucedió en 2010, Brasil no será -seguramente- un destino importante para el arroz uruguayo. Esto implicará cierto impacto en los precios, pues si bien Uruguay tiene mercados extra-regionales muy interesantes (por ejemplo Europa, donde entra por no tener plantaciones transgénicas, o el Caribe) el grueso de la producción deberá ir a destinos que pagan menos, como Irán. Esto preocupa a los productores, que ven que el precio no reacciona, mientras los costos suben.

En este escenario, la voluminosa cosecha uruguaya actuará como compensador de una relación precio/costo que se estrecha, siempre que la calidad no se vea seriamente afectada. Lamentablemente, los productores ingresan en el nuevo ciclo comercial sin haber resuelto aún el precio de la cosecha anterior.

La Asociación Cultivadores de Arroz acordó con la Gremial de Molinos Arroceros hacer un estudio de los costos de industrialización, por parte de un equipo de profesionales, que se prevé culmine en la primera quincena de mayo. Esto permitirá definir un precio de la cosecha 2010 que, en términos provisorios, está en U$S 12 por bolsa, más 35 centavos de devolución de impuestos.

Se evaluará todo el costo industrial –dijo Stirling a Cierre de Jornada–. Los nuevos aumentos salariales se verán en el costo de la zafra que se está cosechando, pero no en la de 2010.”

Respecto a la cosecha actual, ya se colocó anticipadamente 35%, en países de fuera de la región. El hecho de que el arroz no haya tenido una suba notoria en el precio internacional ha permitido que la demanda sea ágil y –al mismo tiempo– generó cierta disminución en las intenciones de siembra, por ejemplo en EEUU. Estos factores, con toda la lógica del mercado, deberían incidir en forma alcista en el precio en los próximos meses.

Si los rendimientos no fueran tan buenos, el margen estaría comprometido. Tal vez estemos levemente por encima de los 8.000 kilos… pero los costos vienen subiendo. El promedio no baja de 1.800 U$S/há. Y el posible aumento de los costos futuros es a riesgo del sector productivo, que ya está haciendo los laboreos de verano para el ciclo 2011/2012“, explicó el presidente de la ACA.

Con un precio de 12,5 U$S/bolsa y 8.000 kilos de rinde por hectárea (160 bolsas de 50 kilos), el ingreso bruto es de 2.000 U$S/há. “Tenemos que ser muy cautos en la próxima siembra, para bajar los costos. Tanto en los insumos que son en dólares pero han estado en alza en los últimos tiempos y son un alto porcentaje del total, así como en los que son en pesos: mano de obra, repuestos, etc.“, alertó Stirling.