Fuente: El Habanero
11/01/2011 –
 Los agricultores matanceros tienen conciencia de hasta qué punto es importante producir las 45 000 toneladas de arroz que al año demanda la provincia, para garantizar la canasta familiar normada y el consumo social.

Es un propósito fijado para el 2015, aunque según cálculos optimistas hay posibilidades de adelantarse en el tiempo. El sobrecumplimiento de los planes de siembra permite vislumbrar esas intenciones, pero la vida demuestra que solo plantar no es suficiente.

Problemas organizativos, carencias e indisciplinas, entre otras causas, impidieron cumplir el plan de algo más de 19 000 toneladas de arroz, consumo total previsto para el 2010. Tal resultado ha generado un examen crítico del asunto.

ARROZ MADURO

Doce de los trece municipios del territorio están implicados en el programa de cultivo de arroz. Los mayores volúmenes corresponden a Calimete, Pedro Betancourt, Colón y Cárdenas. Como se ha insistido por la dirección del país, todo lo que se haga en términos de producir arroz puede ahorrar a la economía nacional miles de dólares. Pero, orden e integralidad están faltando en Matanzas.

En los días finales de diciembre, cuando transcurría la recta final de la cosecha, existía un cuello de botella en las regiones con mayores volúmenes de áreas plantadas. De unas 8 000 toneladas que entonces restaban por cosechar, el 50% mostraba alto grado de maduración. La situación era particularmente tensa en el municipio de Pedro Betancourt, donde en no pocos sitios el grano había caído y ya estaba hasta nacido.

Las máquinas no alcanzan y algunas de ellas están rotas. Otro problema es la falta de envases (sacos); aquí hacen falta unos 80 000 y hemos recibido solo 32 000. Incide negativamente también la entrega tardía de algunos recursos. La verdad es que el arroz está pasado“, dijo a Granma el productor Lázaro Rosales, de la Cooperativa de Créditos y Servicios Juan de Mata Reyes.

El problema fundamental en este territorio es que el arroz se sembró todo al mismo tiempo y por tanto se perdió la posibilidad de hacer la cosecha de forma escalonada, afirmó Osvaldo Pérez García, jefe del cultivo de granos en la provincia, argumento que resulta incomprensible si entendemos que quienes asumen la labor son personas conocedoras de ella.

No contamos, además, con las cosechadoras necesarias y algunas de ellas no están en buen estado; otras presentan roturas y no hay respaldo con las piezas de repuesto. El pobre avance de las máquinas y la falta de búsqueda de soluciones locales, determinaron que se fuera acumulando el arroz hasta llegar a la difícil situación que finalmente afrontamos“, precisó Pérez García.

Del total de 1 435 hectáreas sembradas (apenas el 6,5% bajo riego eléctrico), unas 300 estaban a finales de año con 20 y 25 días pasadas de corte. Hay quienes se atreven a anticipar la pérdida de más de 500 toneladas de arroz para el consumo solo en Pedro Betancourt. Según explicó Osvaldo, se realizaron esfuerzos adicionales para aminorar al máximo las posibles pérdidas, ocasionadas también porque el cronograma de siembra no se corresponde con las capacidades de cosecha en el territorio, sin obviar la plantación de variedades inadecuadas para la etapa.

Tampoco el polo arrocero de Calimete, al sur de Matanzas, aunque en menor magnitud, escapa al déficit de maquinarias y a la desorganización del corte.

PERNOCTAR EN PLAZOLETAS

La mayor inquietud en el municipio de Pedro Betancourt es originada por la falta total de secadero industrial, lo cual obliga a los arroceros a utilizar el pavimento y otros espacios para proporcionarle sol al grano, una maniobra bien compleja y precaria. Inusitado el espectáculo que brindan decenas y decenas de productores (en esta localidad hay más de 200) aprovechando los más insólitos espacios. Las carreteras y plazoletas son hormigueros de gente removiendo el arroz para secarlo.

Afortunadamente ya se levanta un secadero con capacidad de diez toneladas por hora en la comunidad de Camilo Dos, en las proximidades de la cabecera municipal.

Eduardo Martínez Martínez, uno de los productores líderes del sureño territorio, no está nada contento con lo sucedido en la campaña. Se mostraba abrumado, al igual que otros campesinos, porque el día de la visita de Granma se disputaban un área en la plazoleta de unos 10 000 metros cuadrados, ubicada en el poblado de Navajas.

Este lugar admite secar alrededor de 250 toneladas simultáneamente. Todos los productores están en función de secar el arroz donde sea posible. Muchos, inclusive, duermen aquí para no perder el espacio. El problema se agrava por el requerimiento de transporte para trasladar el arroz, a veces desde distancias considerables, y el combustible que nos suministran es para el corte. Creo que hay no menos de 500 hombres en esto del secado.”

Sobre la cosecha expresó: “Conozco gente que tiene hasta más de 40 cordeles y no va a recoger ni un granito. Ciertamente las máquinas no alcanzan y hay que organizar mejor la cosecha con las disponibles, pero hay arroceros de brazos cruzados, que no sembraron grandes extensiones y se resisten a cortarlo a mano; creo que se perdió esa tradición“.

Pudimos constatar que hay productores que no asumen el corte y trilla a mano, no solo porque es menos rentable y supone más trabajo, sino también por la falta de sacos, mantas y de cuchillos para segar la gramínea.

Este es un problema recurrente y no exclusivo del cereal, del cual se quejan numerosos productores, quienes ven degradarse el fruto de sus sudores y desvelos mientras la población se lamenta de escaseces en los mercados. Evidentemente, en el propósito de conquistar la seguridad alimentaria, no solo el nivel productivo necesita una sacudida, también el de aseguramientos.

PLANIFICAR MEJOR

José Miguel Rodríguez, delegado de la agricultura en la provincia, ha explicado las mejoras que se esperan en este cultivo a partir de la electrificación de 6 000 hectáreas, la posibilidad de ejecutar dos secaderos, la entrada de dos nuevas máquinas cosechadoras y la reparación de alrededor de 20 de las 52 con que cuenta hoy el territorio. También está previsto modernizar los molinos para evitar el alto costo que significa trasladar el arroz desde la región sur a la norte.

Para los especialistas, y según dicta el sentido común, lo esencial es ordenar mejor el programa arrocero teniendo en consideración las capacidades de cosecha y de secado industrial, planificar con eficiencia para que su desarrollo no vaya más aprisa que la infraestructura territorial que la sostiene. Crecer en cantidades de arroz hace falta, pero perder el producto implica malgasto de recursos y desalienta.

La clave puede estar en legar una mayor capacidad de decisión a los productores y asumir con una visión más integral el ciclo productivo en la provincia. De ese modo se evitarían las lamentables pérdidas del grano en el campo, que es como echar arroz en saco roto.