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Fuente: Portafolio 

22/05/2017 – En Fedearroz, uno de los más organizados e influyentes del sector agropecuario colombiano, nadie tiene tan clara la historia de los 70 años de organización, como su actual gerente, Rafael Hernández Lozano, quien lleva 45 años en la Federación, a donde ingresó como ingeniero agrónomo, y desde hace 27 años lidera la asociación de productores.

¿Para dónde vamos en el negocio arrocero?
Con nuestro programa Adopción Masiva de Tecnología (Amtec) esperamos aumentar los rendimientos y la productividad y reducir los costos, a través de una estrategia que busca que los productores adopten la tecnología. La verdad es que en el país hay investigación, pero está guardada.

Estamos trabajando para adaptarnos al cambio climático y a la competencia generada por los tratados de libre comercio.

La idea es aplicar las tecnologías disponibles como la nivelación de suelos, rayos láser, caballonear para el riego, usar sembradoras de precisión y reducir el consumo de agua, y la aplicación de pesticidas e insecticidas.

Hoy, con Amtec, usamos 42% menos agua que en el 2011. Además, logramos que los costos bajaran de 600 a 350 dólares por tonelada.

¿El arroz es un cultivo solo para grandes productores?
Eso no es cierto. Hemos hecho cuatro censos y lo que nos da es que el promedio de tierra por productor es de 19 hectáreas. Claro que hay fincas grandes de empresarios que afortunadamente existen. El arroz es de los pocos productos de ciclo corto que ha permanecido a pesar de las adversidades, gracias a que ha tenido gremio. En el país hay 20.000 arroceros, pero los que producen comercialmente son un poco más de 16.000.

¿Hay arroceros paracaidistas?
Los ha habido durante diferentes épocas. Es más, hoy se está volviendo a vivir este fenómeno, es decir, de aquellos que llegan solo cuando es una época buena para el sector.

La crisis del petróleo ha dejado a muchas personas indemnizadas en Casanare y Meta, que deciden invertir en el cultivo de arroz.

¿Y eso es bueno o malo?
Yo creo que ya tenemos el área suficiente para abastecer el país. Producir más de 570.0000 hectáreas o tres millones de toneladas de verde genera una sobreoferta que deprime el precio, que es una de las causas de las crisis de años anteriores.

¿Cómo les ha ido con la marca Fedearroz?
Tenemos dos marcas en el mercado. Se llaman Fedearroz y Comarroz. Estamos empezando. Lo que pasa es que la Federación no es compradora de cosechas. Lo que hacemos es que les prestamos el servicio de maquila a los productores. Por eso estamos incursionando en la construcción de molinos. Ya hay uno en operación en Pore (Casanare), tenemos otro en Aguazul que vamos a recuperar, estamos construyendo uno más en Puerto López e hicimos un centro de almacenamiento y secamiento en Valledupar.

Y vamos a lanzar el arroz gourmet. Se trata de un producto especial superseleccionado, con grano entero. Estamos en el diseño de la estrategia.

¿Cuáles han sido las épocas más difíciles de la Federación?
Ha habido varias. En los años 60 se presentó una muy fuerte.

El gerente de ese entonces, Jorge Ruiz, quien había empezado a importar semillas de arroz de Estados Unidos para reemplazar las locales que eran autóctonas, pero que no rendían más de 25 bultos por hectárea. En el 67 hubo una crisis porque a esas semillas les dio una enfermedad llamada pyricularia (una especie de hongo que afecta la planta), que acabó con los cultivos.

¿Y cómo se solucionó?
Ante este hecho, Ruiz contactó a la Fundación Rockefeller para traer a Colombia a un científico que nos ayudara a investigar variedades adaptadas a los climas y los suelos nacionales.

Unos años después, el país obtuvo la variedad IR8 con la que el cultivo entró en la revolución verde entre el 67 y el 72. Se pasó de producir 2,5 toneladas de arroz por hectárea a 5 toneladas.

¿Cómo les ha ido con el manejo de la cuota parafiscal arrocera?
La creación de la cuota nacional arrocera en 1963, que consistía en el pago de un valor voluntaria de cinco centavos por bulto, fue muy importante, pero luego se convirtió en obligatoria, de un centavo por cada kilo producido. Ese dinero sirvió para que la Federación contratara ingenieros agrónomos para investigar y transferir tecnología a los productores. Para nosotros, la cuota parafiscal es clave.

¿De qué magnitud ha sido el crecimiento de la productividad arrocera en Colombia?
Hoy producimos hasta 8 toneladas por hectárea con riego y 5,5 en secano. Esto es producto del avance de la genética, la investigación y la transferencia. Actualmente, liberamos una o dos variedades cada año para las diferentes regiones del país. Desde el 87 hasta hoy Fedearroz ha logrado 25 variedades de semillas de alto rendimiento.

¿Eso significa que el problema era la falta de tecnología?

Eso es lo que se ha dicho, pero yo creo que tecnología sí ha habido, lo que pasa es que los productores no la adoptan.

Por eso, en 2011 lanzamos el programa Amtec, que significa Adopción Masiva de Tecnología. Con eso hemos logrado que los productores bajen sus costos de producción hasta en un 33%, y hemos aumentado entre una y dos toneladas los rendimientos por hectárea.

edmtov@portafolio.co