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Fuente: Infocampo 

02/03/2017 – Utilizada en rotación con otras tecnologías, la herramienta generada por el INTA permite la aplicación alternada de herbicidas de diferentes modos de acción para minimizar la aparición de malezas resistentes. Es la segunda fuente de resistencia a herbicida que desarrolla el instituto.

 

El Grupo de Trabajo en Mejoramiento Genético de Arroz del INTA Concepción del Uruguay desarrolló una nueva tecnología que, utilizada en rotación con otras, permitirá la aplicación alternada de herbicidas de diferentes modos de acción para minimizar la aparición de malezas resistentes. Se trata de SUR INTA, una herramienta que ayudará a sostener por más tiempo la productividad y sustentabilidad del cultivo, la cual será presentada en el Día a Campo de Arroz, que organiza el instituto, hoy 2 de marzo.

 

“Inicialmente, el INTA generó variedades como Puitá INTA CL, resistentes a los herbicidas de la familia de las Imidazolinonas, comercializadas por la empresa BASF con el nombre CLEARFIELD y luego la misma empresa desarrolló una nueva resistencia denominada PROVISIA. Hoy presentamos una nueva herramienta denominada SUR INTA y desarrollada por el INTA”, repasó Alberto Blas Livore, coordinador del Grupo de Mejoramiento Genético de Arroz del INTA.

 

Los técnicos del instituto proponen utilizar SUR INTA en rotación con las tecnologías existentes de manera tal que la disponibilidad de tres fuentes de resistencia genética le otorgue al productor las herramientas necesarias para lograr un mejor control de malezas y minimizar la aparición de resistencias. A la vez, esta práctica generaría un sistema sustentable de producción . “Se trata de evitar el uso consecutivo del mismo modo de acción que, finalmente, genera malezas resistentes”, explicó Livore.

 

Esta nueva tecnología es la segunda fuente de resistencia a herbicida que desarrolla el instituto. La primera, lanzada en el 2005, permitió tener cultivares con resistencia a herbicidas del grupo de las Imidazolinonas, que son hoy las más sembradas en Latinoamérica y otros países productores. De hecho, solo en Brasil las variedades del INTA ocupan el 54 % del área de arroz irrigado.

 

“Con SUR INTA, el instituto logró una fuente de resistencia a otro herbicida cuyo uso podría controlar malezas –como arroz colorado y determinadas familias de capines– que adquirieron la resistencia a los herbicidas de las Imidazolinonas. Es un avance tecnológico de alto impacto para el sector”, destacó Hugo Müller, presidente de la Fundación Proarroz.

 

El INTA desarrolló las variedades que hoy cubren el 70 % del área cultivada en Latinoamérica y permitieron recuperar la superficie arrocera del país y de la región. Los materiales genéticos obtenidos en el marco de esta vinculación aportan ventajas diferenciales, lo que las convierte en las variedades más sembradas en la Argentina.

 

Con el objetivo de presentar en detalle esta nueva herramienta para el desarrollo de arrozales sustentables, el INTA y Proarroz –que llevan 26 años de articulación– organizaron un día a campo, que se realizará hoy, 2 de marzo, en la sede del instituto en Concepción del Uruguay. Allí, se expondrán también los avances en mejoramiento genético y líneas promisorias con características especiales que se orientan a mercados de alto precio y demanda sofisticada: arroces tipo Carnaroli, Koshihikari, Aromáticos , Doble Carolina y variedades con cualidades de cocción especiales para los platos de las cocinas mediterráneas, como Italia y España, la oriental –Japón– y la de Medio Oriente, informaron desde el instituto.

 

“El INTA ofrece al productor nuevas alternativas de alta productividad y calidad especial, que le permitirán tener mayor retorno. Obtuvimos líneas avanzadas con excelentes características en términos agrofitofenológicos, esto quiere decir que son agronómicamente rentables, de alta productividad, de muy buena calidad, resistentes a enfermedades, resistentes a frío y, en este caso, con propiedades en la cocción para platos especiales”, contó Müller.

 

Según los resultados de laboratorio y ensayos realizados a campo, la característica distintiva de resistencia al frío permitirá adelantar la fecha de siembra a principios de septiembre –en general se realiza a principios de octubre– y adaptarse mejor a episodios de baja temperatura que suelen caracterizar a la primavera entrerriana.

 

“En zonas templadas, la producción de arroz se expone a irrupciones de frío que provocan problemas serios de germinación que, en algunos casos, obligan a resembrar. Estas variedades nacerían rápido, aún con bajas temperaturas, lo cual es una cualidad imprescindible para que el productor pueda establecer una buena arrocera”, señaló el investigador.