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Fuente: Clarín

01/08/2017 – En Santa Fe avanza un proyecto que puede ser muy importante para la cadena arrocera de una provincia que es la tercera productora nacional (después de Corrientes y Entre Ríos, que concentran el 80% de la cosecha), con más del 10% del área nacional. Es el desarrollo de una variedad de semilla propia, que está adaptada a las características del suelo y del clima de la costa santafesina, en los departamentos Garay y San Javier, en donde se produce el cultivo.

 

Se trata del desarrollo de la variedad Pucará, que combina genética brasileña (la variedad Taín) con una de las semillas que patentó el INTA (Puitá), que se caracteriza por su gran calidad. La investigación se viene llevando adelante en el Centro Operativo Experimental San Javier del Ministerio de la Producción santafesino, en donde con la técnica de la variabilidad genética se viven ensayando distintas variedades de arroz desde 2005.

 

En una entrevista con Clarín Rural, el ingeniero Rodolfo Vicino, referente del Centro Experimental de San Javier del gobierno santafesino, contó que el objetivo es lograr que esta semilla, hacia el 2020, se implante en el 50% de las 30.000 hectáreas que ocupa el cultivo en la provincia, que se produce con el agua que aportan los arroyos y ríos de la cuenca del Paraná.

 

 
 

“En los ensayos que venimos haciendo, con la colaboración de los productores, la variedad se destaca por su rusticidad, por su alta calidad y por su resistencia a los herbicidas de la familia de las imidazolinonas. En lotes bien manejados, logramos 8.000 kilos por hectárea”, aseguró Vicino. Es una brecha importante si se considera que en la última campaña el rendimiento medio fue de 5.700 kilos por hectárea.

 

Desde el punto de vista genético, la idea fue combinar la calidad del Puitá con una variedad más tropical, la brasileña, que demostró mayor estabilidad en el clima y sobre todo en los suelos de esta zona de Santa Fe, que son regulares y con problemas de sales.

 

Una de las ventajas de la genética que viene de Brasil es que cuando crece el cultivo, las hojas tienen una forma más “erecta” que les permite capar un mayor porcentaje de la luz solar, una variable que es central. “El 80% de lo que es el grano se produce a través de la energía lumínica”, precisó Vicino.

 

En el ajuste final de la variedad, que ya se está probando a campo, el Centro Experimental trabaja con 26 productores arroceros santafesinos. Vicino está convencido que la adopción de esta nueva genética va a ser importante para que el cultivo recupere protagonismo en la zona.

 

Es que en Santa Fe, la cosecha arrocera tuvo un fuerte repliegue en los últimos cinco años. En la campaña 2010/11 se habían producido 262.200 toneladas y en el último ciclo 170.095 toneladas. Es una caída del 35%, que está relacionada con los problemas de rentabilidad y con las dificultades para controlar una maleza difícil: el arroz rojo.

 

 

El Sistema de Estimaciones Agrícolas (SEA) de la Bolsa de Comercio de Santa Fe precisa que se sembraron y cosecharon 29.810 hectáreas en el ciclo 2016/17, con un rendimiento medio de 57,5 quintales por hectárea. Vicino advierte que con estos rindes los números están muy justos, si se cuentan las amortizaciones de las máquinas e instalaciones.

 

“El ciclo del arroz se desarrolló en forma irregular desde el punto de vista climático, con bajas temperaturas en el inicio de la siembra en septiembre de 2016, que tuvieron una influencia negativa en la implantación, control de malezas y fertilizantes”, recuerdan los técnicos del SEA. En la previa de la cosecha, durante la primera quincena de enero, también se registraron lluvias que golpearon a los lotes en las etapas críticas de pre-floración y floración.

 

Al margen de lo que sucedió con el clima en la última campaña, para que el arroz crezca en esta zona de Santa Fe, que tiene un gran potencial por el acceso al agua, también es necesario mejorar la eficiencia de la logística y el procesamiento del cultivo para que los productores tengan más margen cuando las cotizaciones son bajas, como sucede en la actualidad.

 

También es clave ajustar el manejo. La nueva variedad no va a frenar el problema del arroz rojo (que es una resistencia a herbicidas que se agravó por la mala utilización de la tecnología) y es necesario apostar a esquemas más complejos, con rotaciones con la ganadería, por ejemplo, para controlar este problema.